Ni príncipe ni princesa
Frieda y Adler se conocen desde que nacieron, sus padres son mejores amigos y los han criado como si fueran primos. Ellos se detestan desde su más tierna infancia. Por suerte, un océano los separó casi toda la vida y solo debían convivir durante las vacaciones.
Ella siempre fue una chica ruda, de carácter fuerte e ideas poco convencionales; él siempre fue un chico educado, dulce y responsable, aunque ella lograra sacar su peor versión. Entre travesuras, peleas infantiles y castigos recurrentes, travesaban los meses en los que se veían obligados a convivir, pero que por suerte acababan con el final de las vacaciones.
Sin embargo, ahora las cosas serán diferentes, Adler estudiará en el país de Frieda y, por supuesto, vivirá en su casa. Su relación, siempre tan explosiva, sumada al despertar característico de la adolescencia, los llevará a descubrir nuevas emociones y sentimientos que los pondrán entre la espada y la pared.
Dicen que del odio al amor hay un solo paso, pero para darlo, Adler y Frieda deberán madurar y, para eso la vida le tiene preparadas varias lecciones.