Reseña

El 2020 fue y sigue siendo un año difícil de llevar en Paraguay: la crisis estructural instalada en el país ya no pudo ser contenida por la población, como venía sucediendo hace años. Las medidas de cuarentena y aislamiento (herramientas de protección y mitigación de riesgo sanitario a nivel mundial) adoptadas para la lucha contra la propagación del COVID-19 fueron extremadamente dañinas para la mayoría de la población, trabajadora formal o informal, en cuanto a la situación económica, social y de derechos humanos en general.
La crisis se vislumbra larga y aguda, en un país en situación de dependencia fuerte del resto de la región y del continente en general, con un nivel de desarrollo industrial bajo y un Estado que nunca construyó bases sólidas para que el gasto público -obligado por la Constitución en concepto de garantía de derechos– sea suficiente.

En este contexto, el Gobierno presentó en septiembre de 2020 su proyecto de Presupuesto General de la Nación (PGN) para el próximo año, la mayor herramienta de planificación de la cual dispone para implementar políticas públicas. Lo hizo con el lema del “apretón de cinturones”, solicitando de esta manera a la clase trabajadora y al funcionariado público que acepten rebajar sus ingresos y a la ciudadanía que “aguante”, en un contexto en el cual mucho más no se puede, precisamente, aguantar.