Manuel Ortiz Guerrero. El bardo inmortal
Monólogo teatral
“La reivindicación integral de Ortiz Guerrero es una tarea superior que aguarda a la novísima generación intelectual del Paraguay”. = dijo, allá por la mitad del siglo XX, la periodista española Josefina G. de La Guardia.
El amigo, periodista, escritor y dramaturgo Pedro Paredez, parece haber escuchado aquella voz y hoy nos presenta este trabajo cargado de un humanismo conmovedor que ha titulado. “Ortiz Guerrero, el bardo inmortal”. La obra es un pequeño paseo por la vida del poeta que, expuesta, puede ser ejemplo de superación comprensible para cualquier cultura, en cualquier tiempo y para cualquier espectador allá donde se presente.
Sabemos, todo escrito que hace referencia a la vida y a la obra de Ortiz Guerrero, por más extensa que sea, siempre será una pincelada parcial. Pues nadie como él, con su tempranero canto de rebeldía y esperanza atrajo hacia sí tantas emponzoñadas flechas y, nadie como él ha reunido sobre su nombre los atributos para convertirse en mito y leyenda popular.
¿Cuál es la magia de Manu para superar al tiempo y afianzarse más y más cada día, cada año, entre la gente de su pueblo? Conociendo la realidad de nuestra cultura, una cultura huérfana y mediterránea, la vigencia de Manú huele a milagro. Sus obras, pese a “grandes críticos” detractores, han sobrevivido y siguen vigente, a más de un siglo, venciendo a todas las sombras de silencio, de olvido y, desde la fosa que
a todo ser acalla, sigue irradiando luz.
Esta obra de Pedro Paredez, por tratarse sobre la vida y obra del poeta más querido del Paraguay, es de esperar que, estemos frente a una obra que será para muchos auroral, pues, como ya dijimos, está llena de un humanismo conmovedor. El libreto bilingüe de “El Bardo Inmortal”, nos descubre la vida del poeta con simplicidad, sin asomo de fantasía, con un despojamiento cercano a la desnudez, solamente con la verdad de la poesía, aquello que todos creemos saber sobre Manú, pero también
todos aquellos que presentimos, anhelamos y deseamos encontrar en nuestra propia vida: el lugar donde se esconde la felicidad del dolor de la carne y del espíritu.