La máquina de Dios
En base a la mención de que, sin el consentimiento y la intercesión divina, la creación de una máquina de esa envergadura no sería posible de conseguir, la prensa pasó a denominarla, a partir de entonces, la máquina de Dios. Y esta denominación la creían más apropiada a esta invención, que al gran colisionador de hadrones, obra extraordinaria de la ciencia, de más de un centenar de años. Porque esta, al contrario de la actual, había sido construida, a lo que todo indicaba, en exclusivo por el hombre. Sin embargo, la última, según los líderes de iglesias, ideada y construida por Dios, a través de la mano del hombre.
Al cuestionarse a los organizadores sobre el mote asignado a la invención de sus proyectores, estos lo calificaron como una denominación acertada. Y admitían, de que, en verdad, sin la anuencia de los cielos, sería imposible llegar a una obra de ese porte.