Reseña

El país, la época y las evidencias plantean demandas que exigen contar con sistemas robustos de aseguramiento de la calidad de la educación. Este trabajo muestra que aquello que no se intenciona de manera sistemática y prolongada no causa impacto en los cambios de la comprensión y del desarrollo cognitivo y metacognitivo de los sujetos. No podemos seguir sin hacernos cargo de la interrogante ¿cuál es el valor agregado de la educación superior en la formación científica de sus egresados? Más aún, en un país en el cual la universidad otorga la certificación que habilita el ejercicio de la profesión en la mayoría de las carreras. Este libro nos entrega herramientas y evidencias que confirman que la educación es la principal responsable del desarrollo del pensamiento adulto.
La investigadora reúne una vasta literatura científica en la que se postula que el cambio conceptual es aprendido y es resultante de procesos culturales y educativos intencionados; por tanto, quedan excluidos el azar y la inmediatez. En este estudio transversal de muestras independientes no se verifica el cambio conceptual radical de los jóvenes. Esto nos lleva a pensar que el entorno cultural y el proceso educativo no han propiciado las condiciones para el desarrollo de las competencias para aprender a aprender y conocer a conocer.