Cartas infectadas
“La infección se aferra al organismo de manera inexplicable, en algunos su duración es breve y no deja secuelas, pero en otros, se hace crónica, y los padecimientos se prolongan por toda la vida. En la primera etapa invaden la confusión, el pulso acelerado, la mente se nubla y se es incapaz de discernir. El cuadro se agrava con rapidez, convierte al infectado en vulnerable, febril y anhelante. En la etapa final, siente perder el alma, no hay pronóstico favorable salvo que el padeciente pertenezca al selecto grupo de quienes hallan correspondencia en otra alma”.