Reseña

Esta coalición de pájaros e insectos muy jóvenes contra la fuerza ciega del pesado tapir, representa una historia muy popular entre los Aché norteños del Paraguay, y contiene temas recurrentes en su cultura y tradición oral: importancia culinaria de la grasa animal muy codiciada, gula inextinguible de los viejos a quienes uno tienta y engaña...
Bien que en ningún momento se haga referencia explícitamente a las estrellas o a los astros, el motivo astronómico de este cuento aché es evidente y nos remite directamente a mitos pan-amazónicos sobre el origen de las constelaciones: las Pléyades, las Híades, la Vía Lactéa,...
En efecto, después de los trabajos de Lévi-Strauss en las «Mitológicas» (1964), podemos identificar la trama central del mito bororo sobre la creación de las estrellas, la cual este autor ha demostrado que es, salvo pocas variantes, consustancial al conjunto de todos los mitos que tratan sobre los orígenes estelares : el código astronómico - presente desde el Chaco hasta la Guyana - de los niños ruidosos y glotones que, después de haber hecho padecer de hambre a sus padres o ancianos, suben al cielo y dan origen a las Pléyades; en otras palabras, el tema principal de la fábula aché (sin la transformación final en estrella).
Es necesario resaltar, bajo este aspecto, que para algunos Tupí de la costa noreste del Brasil, las Pléyades están directamente asociadas con los himenópteros - avispas o abejas - lo que son precisamente nuestros protagonistas principales, los jóvenes “flechadores” del Tapir.
Podríamos así multiplicar los indicios que confirman la pista de un código estelar escondido en esta historia aché, pero limitémonos solo a subrayar aquí que el personaje de tapir no es casual tampoco: para varios pueblos tupi-guaraníes de la Amazonía, la Vía Láctea está designada como «el camino de Tapir» mientras que, para otros, «las mandíbulas del Tapir» son las Híades (Zerries 1959, Levi-Strauss 1964).