José Luis Ardissone, 50 años de teatro
Como suele pasar en las mejores biografías, sus inicios se dieron de modo accidental cuando, como joven arquitecto, ofreció a la actriz Teresita Torcida, del Ateneo Paraguayo, sus servicios como escenógrafo. Así, en 1970, al encargarse del escenario de “Un rostro para Ana” de Mario Halley Mora, sería tragado para siempre por el torbellino del mundo teatral. Antes de que pasara un año ya había debutado como actor en “La farsa del cajero que se fue hasta la esquina” y era cofundador del grupo “Gente de Teatro”. En los años siguientes asumiría la dirección de su primera obra, “Quien dejó pasar el tren”, y ya nada detendría su fecundo abrazo a todas las vertientes de la dramaturgia.
Medio siglo después, allí está José Luis Ardissone. Quizás orgulloso de que otra generación más de paraguayos recuerde que fue en el Arlequín donde asistió a su primera obra de teatro. Pero con seguridad, con ganas de volver a meterse en la piel de seres que algún autor escribió y que generarán emociones -reflexión, risas o llanto- en una platea que redescubre y mantiene viva la magia del teatro.
Por eso su nombre nos conecta inmediatamente al teatro paraguayo. Como el de Roque Centurión Miranda o Fernando Oca del Valle. Nombres que quedan en la memoria colectiva y despiertan un sentimiento de gratitud y reconocimiento.