Reseña

El médico paraguayo se comportó a la altura del soldado, combatiente, y en más de una ocasión dejó el bisturí y la chaqueta y empuñó el fusil. En su oficio, el de salvar vidas, fue el más eficiente. Las estadísticas son reveladoras: de las múltiples operaciones quirúrgicas efectuadas, la mortalidad no llegó al 3 %.
Aún así, uno de los grandes ignorados del discurso oficial posguerra fue la Sanidad Militar. Ese error injusto hizo que el personal de blanco ni siquiera fuera reconocido en vida, salvo el caso de médicos y otros auxiliares de medicina que perecieron durante la contienda. Algunas calles de Asunción los recuerdan, sin que los ciudadanos sepan de quiénes se trata.
La Sanidad Militar no se merece el olvido, muy por el contrario, se merece el reconocimiento de quienes, en la actualidad, podemos ver orgullosos el mapa de gran parte del Chaco bajo soberanía paraguaya. Ellos se lo ganaron.
Que esta obra, este humilde libro, sea simplemente el primer paso.