Huellas de Chocos
El libro está inspirado en su historia, los misterios que encierra, vivencias hecho cuentos, conviven extraños sucesos de la naturaleza, misterios impregnadas de pasión, un libro de relatos y cuentos fácil de leer, los personajes que aparecen no están lejos de la realidad. Los
cuentos están parcialmente basados en gente que conozco o en sucesos de la vida real, he caminado y conversado mucho con personas del lugar, cuando uno escucha, nos hace sentir orgulloso de reconsiderar la sabiduría de nuestros ancestros y aprender es toda una filosofía de vida. El libro tiene algunos pasajes en runa simi, quechua, una lealtad a nuestra identidad cultural, a nuestra historia, un idioma ancestral que va camino a su extinción, la idea es seguir varios linderos que te llevan a ver una cosmovisión que sea guía y vínculo con el mundo. La gente andina no sólo tiene voces propias, inventan con mucha habilidad las
formas de vivir, interactuar, está presente su sensibilidad, su pensamiento, el grado de espiritualidad, eso contagia. Presento diez cuentos que son las huellas de Chocos, algunos de los cuales tiene reminiscencia de relatos míticos, pueden tener componentes fantasiosos, pero no salen de la nada, son construidos tomando elementos de contextos culturales, sociales, espaciales; creencias del poblador de antaño. Quien recorre los caminos de éste pueblo, puede observar cerro, mucho de los cuales son Apus o Wamanis, como dijo mi
madre “dioses de los cerros del pueblo”. Todos se ven, las quebradas, lomas, estancias solitarias alejadas de los centros poblados, las caricias del viento, ríos, escuchar los balidos o mugidos de los rebaños, los ladridos de los perros pastores, el disfrute del vuelo de las aves, campos de cultivo, floración de la papa, las pastoras, y los actantes humanos son los personajes comuneros del lugar, los mayores de antaño. Los actantes, presentan contextos de otras épocas, casi todos los cuentos adquieren signos míticos, que durante el viaje del tiempo han sido contados por generaciones, hoy apenas quedan huellas borrosas de su
origen. Escribir es un acto de comprensión del mundo, una necesidad de curar nuestras propias heridas, pero la mayor parte de estas antiquísimas historias se la debo a mi madre, Maxi, una mujer muy comunicativa, nos contaba por las noches, todos sus hijos nos quedábamos quietecitos para oírlo, calladitos, incluso hay momentos en que temblábamos de miedo, parecía que pronto llegaría a nosotros, era difícil salir a los patios, ante el miedo a la oscuridad, en esos tiempos la vela o mechero eran el único medio para alumbrar, la noche y la oscuridad siempre se imponía, uno se asustaba hasta de la sombra de nuestro propio cuerpo. Finalmente, cuando visitas este pueblo, casi todos te hablan de Yanapaqcha, idealizan su presencia, de inmediato sientes que recibes una fuerza especial y, te vienen cosas míticas en la cabeza, la imaginación fluye. Chocos tiene una carretera sinuosa, legendario en el que el sabor bucólico del campo es poético, los paisajes de altura han gestado estos cuentos como epopeyas de cariño y permiten saciar tu fantasía.