El halcón, el buitre y el coyote
El sol y la áspera arena que casi lo cubría por completo le indicaron lo obvio. Estaba semihundido en medio de un interminable mar de granos salados que ondeaba en dunas brillantes hasta donde su mirada adivinaba el horizonte. Como únicos testigos de su situación unos restos de carne seca, plumas y huesos agrietados, los que en algún tiempo fueron un halcón, un buitre y un coyote. Luego un vacío, un sentimiento…, no, de hecho, la falta de total de ellos. No hubo miedo, no hubo pánico, solo apatía e indiferencia. Que podía sentir este hombre sin nombre y en esencia sin alma. Observó a su alrededor en busca de algo, en busca de alguien que llene este agobiante vacío. Sus venas le ardían y la sed lo consumía, pero qué importaba, qué podía perder si desconocía lo que tenía o lo que tuvo.