Reseña

Este tercer encuentro con Teresa es un puente. Une dos orillas: la de quien escribe, portadora de vida, de recuerdos, de tiempo, y la de aquel a quien ama, que ya se fue, pero sigue tan real como el suspiro que la envuelve.
Cada poema es una carta abierta que atraviesa las fronteras del tiempo y
del silencio. Al leerlo, no se puede sino sentir que el amor verdadero vive en esa llama invisible que una ausencia aparente no logra apagar.
Hay amores que no mueren. Se transforman en luz tenue, en voz que
susurra en las madrugadas, en presencia que acompaña sin cuerpo, pero con toda el alma. La autora de este libro sabe de ese tipo de amor. Lo conoció cuando sus pasos eran mariposas y su risa la misma de ahora como la de entonces de campanillas, cuando ella está cerca de sus amores, esos que le quedaron de él. En estas páginas, la voz que escribe no es solo la de una mujer que ha transitado muchas estaciones de la vida. Es, sobre todo, la voz de una joven que nunca dejó de amar, que guarda la imagen de su gran amor como se guarda un tesoro imposible de reemplazar. Sus versos son románticos en el sentido más puro: hablan de un amor real, vivido, y al mismo tiempo soñado; de caricias que aún arden en la memoria; de miradas que, aun cerrando los ojos, vuelven a brillar ante ella. Como cuando su propia mirada era el sol en el color de mar de aquellos ojos de su amor.