 
                            Sueños enquistados
Los sueños encapsulados se almacenan en lo más recóndito del galpón de la memoria, allí donde no llega el sol, donde la humedad abunda y reina. Se incuban en la penumbra, invisibles, y se ramifican en hifas que se extienden por las circunvoluciones de la mente hasta colonizarla. Supuran el olvido. Agujerean el pasado. Carcomen lo que no fue, mientras el porvenir les insinúa los muslos en una provocación que acaba en bostezo.
Que no te extrañe si los brazos se te entumecen: son los sueños en metástasis, aferrándose a tu cráneo y abriéndote los párpados con sus uñas astilladas, obligándote a mirar atrás. A contemplar, en una iteración infinita, el paso no dado, el salto anulado, la palabra que se te atraganta como una miga de pan en la garganta seca.