Bernardino Caballero
El gran iniciado
En sociedades o naciones donde predomina el pensamiento mágico, es un acto de valientes bajar al plano de lo humano, como pretenden Saul y Fabián, a una figura que parecería predestinada a ser ubicada en esa intersección entre la realidad, el mito y la leyenda. Estas páginas soslayan ese realismo mágico, en que muchos, tal vez ante el hechizo del relato de su vida, han descrito al general Bernardino Caballero.
El desafío de los autores hoy es una realidad y cuenta con muchos más aciertos que errores, los cuales son actos inherentes a nuestra condición humana, la misma que, a través de esta obra quieren investir al Centauro para regresarlo nuevamente al Bernardino paraguayo, hijo, hermano, soldado, político, revolucionario, estratega y estadista, amigo, protector y protegido, masón y, por supuesto; progenitor. Un ser humano de carne y hueso, con tanto victoria, como derrotas, sin embargo, a todas luces, excepcional entre sus iguales. Hay sorpresa y espanto, orgullo y desencanto. Estas dimensiones de su vida son desarrolladas en estas hojas.
La transversalidad de esa humanidad que pretenden genera una sublime paradoja con la biografía del general Caballero, que de no ser por la meticulosa investigación que dio fruto a este libro, parecería casi irreal.
En la revista Cuadernos Republicanos número 7, del doctor Leandro Prieto Yegros, se encuentra un artículo sobre: "Arturo Brugada: biógrafo y exegeta del General Bernardino Caballero", donde se menciona que sus obras "destacan, por el acopio de datos de primera mano y lo ponderado de criterio, sus reseñas biográficas del prohombre de Ybycuí, cuya acción política, en sagaz interpretación, lo sitúan como uno de los más lúcidos exegetas tanto de la epopeya militar como civil del reconstructor de la Nación".
Este trabajo sigue esa senda, y aún más, aportando e interpretando datos, fotografías e información inédita de cuanta dimensión terrena pudo tener, van legando contenido que servirá para enriquecer a nuestra historia, porque al final, sea vida o historia, es lo mismo, ello se resume indefectiblemente a una cuestión: el legado.
Por ello, y para asegurar su cometido, tampoco escapan a la sabia concepción de Víctor Morínigo que decía: "Diremos solamente que los hombres tienen una marcada tendencia a interpretar los hechos históricos y a los hombres que pertenecen a Ia historia, con el espíritu de su época, juzgando con los prejuicios de las tendencias sociales e ideológicas de su tiempo, hombres y cosas, fenómenos sociales y políticos que fueron el resultado de otro clima espiritual, de otra tendencia cultural, de otro sentido de la vida en sociedades cuyo nivel ha sido superado. Si alguna ciencia precisa de critica objetiva esa es la historia. Porque quien no posee espíritu objetivo, compila documentos históricos o hace novela, pero no hace historia."
Bajo este postulado estos dos escritores reafirman su propósito de considerar a los protagonistas históricos en relación con las ideas de su tiempo, los propios problemas que ellos debían resolver, las opciones que las circunstancias de aquellas épocas le brindaban, para no incurrir en el error de atribuirles ideas nuestras o colegir situaciones que no podrían más que realizarse en otra época, fuera de la suya. De esta manera, es más sencillo conocerlos como individuos, así también, como parte de una determinada sociedad con sus valores, principios, costumbres y cultura.
Aquí tienen, ofrecida por dos apasionados investigadores, la más completa y prolífica presentación de la homérica vida de un hombre tan gravitante en los quehaceres patrios, que su ofrenda se encuentra eternamente consagrada entre los anales de la heroica nacionalidad paraguaya.