Firmeza y convicción
Memorias de Patricia Blasco
Este no es un libro común de memorias. Es un tratado de valentía, de honestidad a rajatabla, de una persona que puso la ley sobre, incluso, su bienestar.
En un país en el que estamos hartos de ver la corrupción imperante en todos los estamentos del Estado, y aún más en el Poder Judicial, en donde todo se vende o se permuta, sentencias, resoluciones, condenas, leer este relato sencillo pero sin vueltas, de una magistrada de la Nación paraguaya que durante casi 3 décadas pudo mantenerse incólume, resistiendo las presiones de quienes la veían como peligrosa porque exponía su venalidad y sus negociados, es, sin lugar a dudas, tremendamente reconfortante.
Puede que por modestia, la autora menciona hitos fundamentales de su trabajo muy de paso, como no dándoles importancia, pero que creo que deben ser destacados como lo merecen.
Desde que juró como jueza correccional del Menor no se limitó a sentarse en su despacho sino que desplegó una intensa actividad hacia todo lo que competía a su trabajo. Rescató a numerosos bebés que habían sido “vendidos” para adopción internacional. Su actuación en este aspecto fue tan importante, que hoy por hoy ya no existen estas adopciones.
Con muy pocas atribuciones, no tuvo dudas de recurrir a un juez en lo Penal para impedir el despegue de un avión en el que iba una pareja extranjera que acababa de comprar un bebé paraguayo. El magistrado Cristóbal Cáceres Frutos evitó que el avión partiera y ella misma subió y rescató a la criatura.
Del prólogo de Marilut Lluis O’Hara